Un trastorno mental es cualquier tipo de sufrimiento psíquico que acaba saturando al sujeto e inmovilizándolo en el malestar a múltiples niveles (interpersonal, conyugal, familiar, laboral, etc.). Más allá de las etiquetas diagnósticas es esencial atender a la persona como tal, que está sufriendo experiencias dolorosas que aparentemente no tienen sentido.
Los psicofármacos son excelentes herramientas a la hora estabilizar síntomas (depresión, ansiedad, control de impulsos, etc.) como hacemos en ciertas enfermedades mentales graves. Pero es importante entender que dichos fármacos no curan ningún defecto bioquímico específico, solamente aplacan el sufrimiento. Además de aliviar el dolor muchas veces hay que proceder a operar para que la persona avance en su vida, y ahí entra la psicoterapia.
Según lo define el Dr. González-Torres, es aquella relación en la que un profesional del funcionamiento psíquico le dedicará profunda atención y le escuchará con respeto para ayudarle a descubrir el motivo de su malestar, a revisar las alternativas disponibles y a decidir los caminos posibles más acordes con sus intereses y su biografía.
El sentido último de dicha modalidad de psicoterapia es darle sentido a las experiencias de sufrimiento del paciente, para lo cual será esencial explorar las motivaciones, ideas y afectos inconscientes. Ello permite en muchas ocasiones poner palabras al malestar y desbloquear la situación al entender la persona sus propias emociones. En una psicoterapia de este tipo no solamente se abordan aspectos individuales sino todo lo relacionado con los vínculos que establecemos y la identidad que nos damos a nosotros mismos.
Sí, totalmente. En los últimos años se han acumulado una gran cantidad de trabajos en revistas muy prestigiosas (PLoS ONE, JAMA, American Journal of Psychiatry, International Journal of Psychoanalysis, etc) que avalan la efectividad del método. En general se observa que el sufrimiento psíquico disminuye en gran medida y que además, el beneficio se mantiene ya que existe cambio subjetivo del paciente. Por ejemplo, en el caso del T. límite de personalidad está absolutamente demostrada la mejora significativa de estos pacientes con ciertas variedades de psicoterapia psicodinámica.
En las investigaciones recientes cada vez se ha demostrado que la relación entre el psiquismo y el cerebro funciona en las dos direcciones. El cerebro desde luego puede dar lugar a alteraciones psicológicas en las enfermedades mentales graves. Y al revés, la mente arrastra al cerebro; es decir, las experiencias y el lenguaje moldean la neurobiología. Hay artículos espectaculares de los últimos años que demuestran cambios estructurales del cerebro después de una psicoterapia psicoanalítica. Siempre hay posibilidad de salir del bucle sufrimiento-decepción-dolor. Se puede cambiar.
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