Carlos de Inglaterra, el Príncipe Abuelo

Camino de los 70 años, su vida ha estado marcada por dos mujeres: Diana Spencer y Camila Parker, su actual esposa 

Redactado por: Julián Navarro
18-06-18

Encorvado, encanecido, convertido en un venerable abuelo de tres nietos, el príncipe Carlos de Inglaterra cumplirá 70 años el próximo 14 de noviembre con la esperanza de ser rey algún día. Pero el íntimo deseo de su madre, la reina Isabel, es morir con la corona puesta y hay que recordar que la abuela del Príncipe, Isabel Bowes-Lyon, vivió 102 años. Isabel II, a los 92, se siente fuerte todavía y deja pasar los días acompañada por sus mejores amigos: los perritos y la ginebra. De su marido, Felipe, Duque de Edimburgo (98 años), tampoco quiere saber nada. Isabel, la calladita “Lilibet” de la Corte Británica, siendo una niña de 13 años, cometió la imprudencia de enamorarse de Felipe, el príncipe más guapo de Europa. Y además de guapo, mujeriego. Así que lleva toda la vida aguantando las infidelidades de su marido. Para colmo, la Corte Británica ha sido siempre un hervidero de problemas. Uno de los más tristes comenzó el 29 de julio de 1981 con el casamiento del príncipe de Gales y heredero de la Corona, Carlos Felipe Arturo Jorge de Mountbatten-Windsor y Diana Spencer, un matrimonio que terminó en divorcio 15 años después. La joven Diana, que se había casado por obligación, escribió poco después de la boda a su secretaria, amiga desde la niñez: “De mi luna de miel sólo te puedo decir que el Príncipe pasa el día y la noche pintando acuarelas y para mí está resultando la mejor oportunidad para recuperar las horas de sueño que me faltaban”.

¿Pero cuál fue la causa de este matrimonio fallido? Simplemente que Carlos y Diana no se casaron por amor, sino por presiones de familia. Cuando el príncipe heredero tenía 29 años conoció a Diana Spencer, de 16, hija de Lord Spencer, conde de Althorp. El Príncipe era el mejor partido de Inglaterra para las jóvenes casaderas de la nobleza. Ella, una inocente criatura que estudiaba interna en Suiza. Pero las abuelas de ambos, creyeron que hacían buena pareja y comenzaron a tejer una tela de araña que, tras muchas vicisitudes, atraparía a los dos jóvenes en un noviazgo donde el frío protocolo escondía la realidad: a Diana le parecía su novio un tipo raro que hablaba con las flores y los árboles, amante de la Naturaleza, y un poco despistado. Y Carlos consideraba a Diana como a una chica ñoña y maniática, incapaz de abordar conversaciones serias.

 

Carlos estaba enamorado de otra

 

Hasta bien entrado el siglo XX en que las monarquías han abierto sus costumbres ancestrales, los príncipes casaban, por razones de Estado, con princesas o, al menos, con jóvenes nobles de alta alcurnia. Pero tras la rebelión de los herederos, los reyes no tuvieron más remedio que rendirse. Sus hijos amenazaron con renunciar a sus derechos dinásticos si no les permitían elegir esposa, fuese noble o plebeya, soltera o divorciada, como sucedió en Noruega, Suecia, Holanda y España.

Pero el príncipe Carlos de Inglaterra no llegó a tiempo. En 1971, diez años antes de casarse con Diana Spencer, conoció a una mujer de su misma edad, Camila, quien por entonces era novia de un joven militar llamado Andrew Parker Bowles. Los dos se enamoraron, pero encontraron una barrera infranqueable para contraer matrimonio. A ella la presionó su familia y a él le aconsejó su tío y mentor Lord Mountbatten, personaje muy influyente en la Corte, que podía mantener con Camila una “amistad oculta” que le vendría muy bien para “aprender” y nada más. 

 

…“Te juro que pese a todas las dificultades que tenga, jamás dejaré de amarte”

 

Pero como no se pueden poner puertas al campo, la atracción mutua del príncipe de Gales y Camila era tan fuerte que, después de un año de verse a escondidas, el heredero de la Corona le dijo: “Te juro que pese a todas las dificultades que tenga, jamás dejaré de amarte”. Los dos tenían 24 años. Ella ya estaba prometida a Andrew, quien aceleró los preparativos para la boda que se celebró el 4 de julio de 1973.

Si alguien en la Corte pensaba que con Camila casada se terminarían los problemas, estaba equivocado. Lejos de mantenerse alejados uno del otro, Carlos y la señora Parker idearon un plan para seguir viéndose. Como los dos eran aficionados a la caza del zorro, amigos comunes los invitaban cada mes a una montería que duraba tres o cuatro días, con lo que daban rienda suelta, no sólo a los caballos que perseguían a los zorros, sino también a su pasión amorosa. Y para que las circunstancias fueran más favorables para ellos, el brigadier Andrew Parker-Bowles fue destinado seis meses a la isla de Chipre, con lo que Camila quedó sola en Londres. Se dijo que la mano del príncipe Carlos no fue ajena a este traslado temporal del militar. Sin embargo, como la relación del Príncipe y la señora Parker se convirtió en un escándalo que llegó a oídos de la reina Isabel, también a Carlos lo enviaron lejos, nada menos que al Caribe, como oficial de la Armada Británica. 

Matrimonios de tres

 

Cuando el Príncipe y el brigadier regresaron, continuó la misma situación. Camila se escapaba para ir a ver jugar al polo a Carlos. En 1974 dio a luz a su primer hijo, Tom, quien tuvo como padrino de bautizo nada menos que al Príncipe, amante de su madre. Más tarde, Camila volvería a dar a luz, esta vez de una niña llamada Laura. Pero cansado el brigadier Andrew Parker de formar parte de un matrimonio de tres, pidió el divorcio y se casó de nuevo. Camila, ya libre, y Carlos, casado con Diana Spencer, continuaron su romance, al parecer hasta que la muerte los separe.

Antes de comprometerse con Diana Spencer, el príncipe de Gales había intentado de nuevo casarse civilmente con Camila, quien estaba dispuesta a divorciarse de su marido, pero toda la Corte, con la Reina y su marido al frente, se opusieron, aunque él amenazó con renunciar a sus derechos dinásticos.

En vista de los impedimentos para vivir su amor con Camila y empujado por la Familia Real, Carlos se dejó llevar y aceptó casarse con Diana Spencer en julio de 1981. Diana, ya princesa de Gales, tenía 20 años recién cumplidos y él 32. Examinada por los médicos de la Corte, dictaminaron que podría tener hijos sanos, que estaba “nueva” y que su carácter era dulce y comprensivo para afrontar los problemas de la Corona si, como estaba previsto, llegaba a ser reina.

Mientras Diana cumplía sus obligaciones en la Corte y daba a luz dos hijos, los príncipes Guillermo y Enrique, que aseguraban la sucesión al Trono, el príncipe Carlos seguía viéndose con Camila, ya los dos casados. Los periódicos se hicieron eco de la traición del Príncipe y hasta la misma Diana se plantó y dijo a su marido: “Tres son demasiadas personas para un matrimonio, así que te apartas de esa mujer o desde mañana mismo vivimos separados”. Dicho y hecho. Carlos no contestó. Y desde ese día de 1992, dejaron de hablarse. Si tenían algo que comunicarse lo hacían a través de sus secretarios. Diana comenzó una nueva vida social con amigos que la invitaban a fiestas y viajes. Hasta que en 1996 se divorció de su marido y poco después se enamoró de Dodi al Fayed, un joven árabe millonario que le truncó su destino, sin saberlo. La noticia del fallecimiento de los dos llegaría de improviso en la madrugada del 31 de agosto de 1997 tras un accidente de automóvil ocurrido en París.

 

…“Tres son demasiadas personas para un matrimonio, así que te apartas de esa mujer o desde mañana mismo vivimos separados”…

 

Ocho años después del terrible impacto que causó en el mundo la muerte de Diana, Carlos de Inglaterra se casó, ante un juez, con Camila. Durante su existencia hizo desgraciada a una mujer que nació con un triste destino bajo el brazo, y feliz a otra que fue su pasión oculta durante 46 años. Abuelo de tres nietos, hijos de su primogénito, los británicos se hacen estas preguntas: ¿Ha sido protagonista el príncipe de Gales de un gran amor o de una gran traición? ¿O las dos cosas? 

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Carlos con Diana Spencer. Un matrimonio sin amor.

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El Príncipe con Camila, la mujer de su vida.

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